
La operación “Martillo de Medianoche” marca un punto de inflexión en el conflicto entre Irán, Israel y Estados Unidos, generando alarma internacional y temores de una escalada global.
En la madrugada del sábado, Estados Unidos ejecutó un ataque aéreo contra tres instalaciones nucleares clave en Irán: Fordow, Natanz e Isfahán. La operación, llevada a cabo con bombarderos B-2 y bombas antibúnker GBU-57, fue descrita por el presidente Donald Trump como un “espectacular éxito militar” y representa la primera ofensiva directa estadounidense en suelo iraní desde la Revolución Islámica de 1979.
El ataque se produce en medio de una creciente tensión entre Irán e Israel, y tras días de especulación sobre una posible intervención estadounidense. Aunque Trump había declarado que evaluaría su participación en el conflicto, la ofensiva fue lanzada sin previo aviso, sorprendiendo tanto a Irán como a la comunidad internacional.
El secretario general de la ONU, António Guterres, expresó su “grave alarma” y reiteró que “no hay solución militar” al conflicto.
Irán, por su parte, ha condenado el ataque como una “agresión ilegal y criminal” y ha advertido de consecuencias duraderas. El parlamento iraní ha propuesto cerrar el estratégico Estrecho de Ormuz, lo que podría afectar gravemente el suministro global de petróleo.
Mientras tanto, el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) informó que no se han detectado niveles anormales de radiación en las zonas atacadas.