
Pakistán, la región de Cachemira administrada por India y Nepal enfrentan una de las peores crisis humanitarias recientes, tras lluvias torrenciales que provocaron inundaciones repentinas y deslizamientos de tierra, dejando centenares de víctimas y severos daños en infraestructura.
Las intensas precipitaciones registradas durante el fin de semana provocaron el desbordamiento de ríos y la destrucción de viviendas, carreteras y puentes en varias zonas del sur de Asia. Autoridades locales y organismos internacionales informaron que más de 400 personas han perdido la vida y miles han debido abandonar sus hogares para refugiarse en albergues temporales.
Equipos de rescate trabajan contrarreloj para llegar a comunidades aisladas, mientras la magnitud de los daños dificulta el acceso por vía terrestre. La ONU y organizaciones humanitarias han iniciado el envío de ayuda, incluyendo alimentos, agua potable y medicinas, ante el riesgo de brotes de enfermedades transmitidas por el agua.
Los gobiernos afectados han declarado estados de emergencia y solicitado apoyo internacional para enfrentar la catástrofe. Expertos advierten que el cambio climático está intensificando la frecuencia y severidad de estos eventos extremos, lo que plantea la urgencia de reforzar las medidas de prevención y adaptación en la región.