
El proyecto de innovación social, desarrollado por estudiantes y académicas del área de educación, amplía su implementación a todo el primer ciclo básico. La propuesta busca crear espacios sensoriales que favorezcan la regulación emocional, la inclusión y un aprendizaje más significativo.
Prensa IST, 27/10/25.- La Escuela Básica Quilamapu de Chillán fue el escenario donde el Instituto Profesional Santo Tomás sede Chillán, a través de su carrera de Psicopedagogía, desarrolló la segunda versión del proyecto “Salas Cerebro-compatibles”, una iniciativa de innovación social implementada durante el segundo semestre de 2025.
Este proyecto buscó promover la inclusión y el bienestar emocional en el aula, mediante la instalación de elementos sensoriales y estrategias de neuroeducación que permiten a los estudiantes regularse, concentrarse y aprender en entornos más seguros y empáticos.
El rector de Santo Tomás en Chillán, José Luis Franco Montaña, destacó que el proyecto refleja el sello institucional y el trabajo conjunto entre estudiantes, docentes y comunidades educativas.
“Como institución de educación superior trabajamos para reducir brechas en la educación, fortaleciendo la innovación social y la formación integral de nuestros alumnos. Este tipo de proyectos nos permite vincularnos activamente con el territorio, aportando a una educación más inclusiva y humana”, señaló.
Desde el establecimiento, el director de la Escuela Básica Quilamapu, Gustavo Oyarce Jilabert, valoró el impacto de la iniciativa en el aprendizaje y la convivencia escolar.
“Estamos muy contentos con la forma en que la educadora y sus asistentes están desarrollando este trabajo. Toda colaboración que llegue al colegio es bienvenida, y esperamos seguir avanzando de manera aún más unida. Esta experiencia ha sido un verdadero aporte para nuestros estudiantes y docentes”, afirmó.
Sobre este proyecto que contó con financiamiento del área de Vinculación con el Medio, Karen Figueroa Reyes, líder del proyecto, manifestó: “Estamos felices de haber desarrollado la segunda versión de este proyecto. La primera benefició a los estudiantes de educación parvularia con excelentes resultados en los procesos de regulación emocional. Ahora extendimos la instalación de elementos sensoriales a todas las salas de primer ciclo básico, de modo que los estudiantes cuenten con más estrategias para sentirse regulados, seguros y tranquilos en el aula”, explicó Figueroa.
En tanto, Catherine Rubio Garrido, estudiante de tercer año de Psicopedagogía, compartió: “En la primera versión conocimos cómo los espacios cerebro-compatibles benefician tanto a niños con neurodivergencia como a quienes simplemente necesitan una pausa activa. En esta segunda etapa acompañamos a los docentes, explicando el uso correcto de los elementos sensoriales y promoviendo nuevas formas de enseñanza”, comentó.
En este período participaron activamente los estudiantes Alicia Quintana, Javiera Carrasco, Anaís Baeza, Katherine Rubio, Fernando Henríquez, Daniela López, Marcia Muñoz y Luis Picante, junto a las académicas Karla Navias (psicóloga), Silvana Saavedra (psicopedagoga) y la propia Karen Figueroa (profesora).
